UNA SOLEDAD DEMASIADO RUIDOSA

Bohumil Hrabal Hanta lleva treinta y cinco años trabajando en una trituradora de papel, todos los días aplastando papeles, revistas, basura, libros y alguno que otro roedor. Hanta sostiene una vida solitaria, en la que rescata un poco de la cultura que se deshecha: Hegel, Kant, Schelling, Goethe, entre otros. El rescate ocurre entre un ritmo maquínico de prensado al mismo tiempo que en un ritmo creativo y ebrio en el que lee, dialoga y delira con aquellas obras desechadas por otrxs.

Mientras su vida sucede en un delirio de lecturas y alcohol, la industrialización aparece como un momento paralizador. La máquina reemplazará su acción de prensado diario y, con ello, sus desvaríos y reflexiones sobre lo que pasa por sus manos: obras y autorxs. Todo esto acompañado de un ritmo narrativo acelerado y que se fragmenta al mismo tiempo que la sociedad.

 “… cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos” 
 
 “nadie creería cuántos ratoncitos hay en un sótano, tal vez doscientos, tal vez quinientos, son unos bichitos amistosos y casi ciegos que tienen una cosa en común conmigo: se alimentan de letras, preferentemente de Goethe y de Schiller encuadernados en marroquí”