Una novela que se siente como tomar un tecito caliente, que no solo es bella en su historia sino también en sus ilustraciones. Es un libro para jóvenes lectores, sí, pero también para las personas que quieran reflexionar sobre cómo los gustos que pensamos siempre han estado ahí, son prestados, muchas veces de la personas que nos han marcado en pequeña o gran medida.

Muchas veces buscamos respuestas en lo lejano pero lo más sencillo es darse cuenta de lo que siempre ha estado ahí, como dice Bruno: “a veces, descubrir nuestro Ikigai no es tan complicado. Por ahí lo que somos es hijos, padres, o abuelos.”

Habla del perdón, de los secretos familiares, del primer amor, del cariño y la ternura. 

Bruno es un chico que descubre su pasión y propósito en la vida: dibujar cómics. Amante de las películas de Studio Ghibli y del manga, su camino nos recuerda que encontrar aquello que amamos hacer es solo una parte de nuestro propósito; lo más importante es poder compartirlo con quienes nos rodean. ♡ 

"A veces, las cosas no llegan como uno quiere, Brunito. Pero si llegan, hay que aceptarlas sin reproches, sin rencores. Dejarse ganar por la felicidad no es fácil, pero es un esfuerzo que hay que hacer.”

”Nadie puede encontrar calor adentro de uno; la única forma es mirar al otro, darse cuenta de que está ahí…”