«Tal vez el carnaval es un animal que se encarama dentro de la cabeza y no te deja dar razón»

La lectura nos invita a acompañar a Ainoha por Esmeraldas, un pueblo cerca de la playa en Ecuador.  Narra su vida con las palabras que a sus ocho años le permite construir su mundo. 

Nos comparte cómo es vivir en una casa rodeada de mujeres que la protegen de lo que hay afuera, pero que así como lo festivo permea en lo cotidiano, lo trágico cobra un espesor incomprensible y doloroso que se narra con inocencia desde la incapacidad de poderlo nombrar.

Yuliana nos tiende la mano de Ainoha para sujetarla mientras camina entre quienes la observan crecer.

‘Fiebre de carnaval’ es tenderse boca arriba mirando a un árbol mientras comes guayabas y dejas que Ainhoa te cuente sus secretos.


«Paso todo el día encaramada en el árbol que hay en el patio de la mami Nela, hablándole a las guayabas. En realidad, les hablo más a los gusanos que viven dentro de las guayabas. Les pregunto cómo llegaron hasta el corazón palo rosa de estas frutas, cómo había sido posible una vida latiendo dentro de una guayaba, que no tiene ningún huequito por fuera, ninguna puerta de entrada. Poco después de la conversa, me meto desesperada una guayaba agusanada a la boca y la hago mía. Dentro, imagino la vida breve de los gusanos: una vida invertebrada blanquísima, que ahora pasa a ser parte de mi panza de muchacha huesuda.»

 

«Algo me dice que he corrido algún tipo de peligro y que ellas me han salvado, pero no estoy segura. Antes del carnaval y de haberme perdido en la loma, me prometí que también empezaría a tener mis propios secretos. Una intimidad, una fruta no nombrada que guardo como tesoro para sentirme vida sola y ya no el centro de las capas de las mujeres que me han salvado de algo que no puedo masticar en mi boca.»

Reseña por Dora Navarrete